El gran Chinelo
Del error al imponente Huehuetzin
Durante cuatro años Enrique fue quien colaboro y trabajo en la producción de las obras de Flyingbeetle, un hombre tepozteco de pocas palabras vistió un dia de carnaval con elegancia el representativo traje de chinelo.
Según la Casa de la Cultura de Tlayacapan, en 1850 cuando un grupo de jóvenes nativos del lugar, cansados de verse excluidos de las fiestas de Carnaval, ya que ellos mismos debían respetar el ayuno para poder bailar de manera correcta y poder comer bien, en cuaresma organizaron una cuadrilla, se disfrazaron con ropa vieja, tapándose la cara con un pañuelo (o pedazo de manta) y empezaron a gritar, a chiflar y a brincar por las calles del pueblo, burlándose de los españoles. Esta improvisación tuvo gran éxito, se rieron y hablaron mucho de ella, tanto que al año siguiente se organizó de nueva cuenta. Es así como tomó forma el personaje de los “huehuetzin”, palabra náhuatl que significa “persona que se viste de ropas viejas” (todavía algunos chinelos usan esta palabra para llamarse entre ellos). Año tras año, a medida que se hacía más popular, la fiesta se ritualizaba y el personaje evolucionaba gradualmente. Para representar a los españoles se les añadieron barbas a las máscaras y apareció el nombre de chinelo.
Judy, fundadora de flyingbeetle, capturo el momento en que Enrique vestia el maravilloso traje negro, entonces decidió enviarlo a imprimir en lona, debido a la confusión de números y mediciones entre México y Estados Unidos, la superficie de la impresión resulto ser mas grande de lo que se esperaba, muchísimo mas…
Un traje negro y bordeado con olanes blancos y marabú aterciopeladas del mismo color que su sombrero es adornado con imágenes de historias indígenas con chaquira con alto detalle y calidad, chaquiron y canutillo, así como un volantón al óleo en la parte trasera, Enrique detrás de la mascara de aquellas rosadas mejillas, y la larga y picuda barba se encuentran ahora en Rancho Santo Cristo, un centro ecuestre a diez minutos del centro de Tepoztlan. Herraduras, trofeos y refranes escritos por la familia De Mesa llenan las paredes de estilo colonial. Carretas, macetas y plumajes extendidos de pavos reales adornan los espacios al aire libre. Y ahora el Gran Chinelo es parte de la decoración de este fascinante lugar.
Soñando y viajando
Soñando y Viajando
Marzo se creo de sueños transformados en manos…
Este mes La Sombra del Sabino nos hizo una invitación para participar en el evento artístico que realizan anualmente en la que colaboran varios artistas, quienes realizan proyectos de pintura, poesía, escultura y música en diversas escuelas de Tepoztlan, Morelos. Participaron al rededor de 400 niños, cuatrocientos pequeños artistas.
Nosotros decidimos realizar El Árbol de los Sueños.
Quince minutos de prestar atención a la música en completo silencio fueron suficientes para que los pequeños de 4to y 6to grado de la escuela Benito Juárez de el poblado de San Andrés de la Cal trazaran sus sueños, un viaje a través de los colores.
Cincuenta guantes de látex rellenos fueron los lienzos. Plumones de todos los colores les permitieron proyectar de mano a mano lo que los hace soñar, lo que los hace viajar, lo que les inspira…
La exposición se realizo en la Casa de Cultura de Ixcatepec, en la cual se presentaron las obras de todos los pequeños, entre ellos las esculturas de sus viajes a Africa, las pinturas de quienes viajaron imaginariamente a Australia, el desfile de maletas y mochilas, los ensambles musicales, quienes se presentaron magníficamente utilizando elementos como cucharas, vasos, una pequeña con la trompeta que casi igualaba su tamaño.
El Árbol de los Sueños se exhibió en uno de los pilares tubulares que se encuentran en la estructura de la Casa de Cultura, fue una coincidencia extraordinaria ya que Hands in Line que es básicamente el mismo proyecto se presento hace un par de años en Estados Unidos de la misma manera, solo que esta vez el pilar estaba colocado ahí, listo para ser utilizado…